Hoy miramos en la sociedad actual el deseo casi frenético de conseguir y poseer bienes (aunque a veces sólo sea por tenerlos y no porque los necesitemos), pensando que con dicha acción y acumulación se conseguirá en automático la felicidad ─gran aspiración humana─, que incluso en la antigüedad los sabios y filósofos ya discurrían sobre ella. Escuchamos también en las noticias o miramos encuestas sobre el incremento de suicidios en personas ─principalmente jóvenes─, que a pesar de tener en muchos casos fama, riqueza, influencia mundial, lujos y placeres, se quitan la vida o se autodestruyen, pues son infelices. ¿Por qué la contradicción? ¿Será acaso porque sienten que no han encontrado la felicidad a pesar de poseer muchas cosas?
¿Lo anterior por qué? Porque, por un lado, hay naturalmente en nosotros el deseo vivo de ser felices ¡y es un deseo de origen divino!, pues hemos sido creados para alcanzar la felicidad, el bien, la belleza, el amor y la verdad…, que es el fin de nuestra vida, de nuestra existencia, pero no completamente, pues, por otro lado, sólo un ser, nuestro Creador, es el único que puede llenar a tope dicha aspiración. Aspiración que no se logra teniendo muchas cosas o una vida placentera y llena de lujos. Los ejemplos sobran, y por ello tantas personas que teniéndolo todo, no son felices. En efecto, pues como concluye Platón en su obra “La República”, la “Idea de Bien, una vez percibida, es la causa de todas las cosas rectas y bellas, (…) y que en el ámbito de lo inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo público como en lo privado”, ya que al ser entes constituidos de tal manera en unidad de cuerpo y alma, con potencialidades y características propias de nuestra racionalidad, nuestro objetivo en la vida es buscar la verdad, hacer el bien y ser felices.
Por esa razón no es opuesto a nuestro ser el que busquemos la felicidad, el amor y la abundancia de bienes. El Creador no nos quiere pobres, sino que no nos apeguemos a los bienes y pongamos toda nuestra felicidad en ello. Tampoco que se consigan dichos bienes pisoteando, robando, explotando o manipulando a los demás. De hecho en las Bienaventuranzas se habla de ser «pobres de espíritu» no de bienes materiales y de que los mansos, y no los pobres, «poseerán en herencia la tierra».
El Creador le dijo al hombre desde el principio: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla» (Gen 1, 28). Es decir, que estamos llamados a recrear, ser fecundos y administrar los bienes terrenos con abundancia.
La presente página web y mi Blog te guiarán en ese anhelo de felicidad y prosperidad, porque es algo que el Creador quiere de nosotros. Daré orientaciones de emprendedurismo y de cómo armonizar todas las potencialidades que poseemos mediante la conjunción de nuestra voluntad, inteligencia, libertad, virtudes y pasiones.
Esperamos con ello servirte, orientarte y acompañarte en la fascinante tarea de buscar la felicidad y la prosperidad al modo que el Creador la pensó desde el principio para cada uno de nosotros.